BOEDO, tango y poesía


El Barrio de Boedo, calificado como la Capital del Arrabal, no empieza y termina en San Juan y Boedo, aunque fuera éstala esquina que inmortalizara Homero Manzi, y que le diera proyección internacional; ni su historia ni su esencia están solamente ligadas a la música ciudadana. Sin embargo, la fuerza y el empuje que le diera el tango a través de sus ilustres ciudadanos, poetas populares como Homero Manzi, Cátulo Castillo, Julián Centeya y Sebastián Piana, entre otros, de algún modo superó a nivel popular, la trascendencia de aquel Grupo de Boedo que resistía frente a los de Florida. Sin embargo estas dos manifestaciones culturales, lejos de ser antagónicas, tienen en común el compromiso con la problemática social y la bohemia que permite elevarse sobre la mediocridad, para tomar temas cotidianos y proyectarlos en el tiempo hasta hacerlos casi inmortales.
Estos hombres de Boedo, pertenecientes a una clase media ya instalada en el país, que no tuvieron un pasado orillero ni marginal, sino que por el contrario, fueron intelectuales y poseedores de una gran cultura formal, supieron respetar las reglas implícitas del tango y enriquecerlo con una poética que no fue sólo el resultado de la inspiración, sino también de una actividad pensada para lograr un producto que tuviera la aceptación popular.
La poesía comunicante de Manzi utiliza un lenguaje claro y depurado, y evoca con sensibilidad y sencillez las vivencias del arrabal y sus protagonistas convirtiéndolos en "mitos poéticos". Fue Cátulo Castillo quien compartiera con Manzi la nostalgia por el pasado, exaltándolo emotivamente en sus obras, quizás más complejas en cuanto al uso del lenguaje, pero menos representativas del sentir popular.
Ligado al nombre de Gonzalez Y Cátulo Castillo y al de Manzi aparece Sebastián Piana, considerado "cómplice ideal de sus genealidades"; y el de Julián Centeya, quien se autodefiniera como "histórico inquilino de bulines, insisto en la vieja ternura de cultivar la poesía del barrio".
Quiso el destino que estos hombres compartieran las páginas de oro del tango, para registrar en ellas la memoria de Boedo, un barrio con historia, cultura y poesía.
Suplemento Especial Nuevo Ciclo
Abril 1998

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